Datos para la autonomía económica: la situación de mujeres y personas LGBTI+ en el mercado de trabajo argentino

El 8M nos invita a reflexionar acerca de cómo la producción de datos y la disponibilidad de información suponen una herramienta para avanzar hacia la autonomía económica de mujeres y personas LGBTI+. Pensar estrategias de igualdad en clave de datos nos permite buscar causas y correlaciones para entender las principales problemáticas de género y elaborar herramientas concretas basadas en evidencia

DataGénero - Observatorio
8 min readMar 8, 2021

El 8 de marzo se trata de una fecha clave para pensar a las mujeres y personas LGBTI+ en el ámbito del trabajo pero, por sobre todo, para preguntarnos por las condiciones de acceso e ingreso a este mundo, porque si las mujeres están trabajando: ¿quién reproduce el trabajo doméstico? ¿quién cuida a las infancias? ¿quién se ocupa de las personas mayores? ¿podemos reducir la feminización de la pobreza y las desigualdades de género sin una redistribución de las tareas de cuidado?

El desarrollo del sistema capitalista y patriarcal fragmentó las esferas domésticas y productivas como ningún otro sistema económico, lo que implicó una división social del trabajo, en la que las mujeres se quedaron en las casas encargadas de la reproducción de la vida (maternidad, alimentación, cuidados) y los varones en las fábricas y espacios destinados a la reproducción del capital.

Fuente: Muralista Ailén Possamay para su tesis de Artes Visuales utilizando la frase de Silvina Federici.

Desde la equipa del Observatorio de Datos con Perspectiva de Género nos interesamos por promover discusiones a partir de datos, es decir, basadas en evidencias.

Es por eso que queremos compartir algunas reflexiones sobre los datos que tenemos en Argentina y los que nos faltan para entender la situación de las mujeres y las personas LGBTI+ en el mercado de trabajo actual y, por lo tanto, en la economía.

En lo que respecta al mercado de trabajo, siguiendo los datos del tercer trimestre de 2020 (INDECb), el 39,4% de las mujeres se encontraban empleadas mientras que en el caso de los varones ese valor es del 57,7%. Este dato es particularmente sensible porque evidencia el impacto que la crisis causada por el COVID-19 tiene en la economía argentina, que ya se encontraba en crisis.

En esta línea, el desempleo también impacta de forma diferenciada en las mujeres: 13,1% de ellas estaban desempleadas contra un 10,6% de los varones. Sin embargo, cuando lo miramos por edad, vemos que las mujeres de entre 14 y 29 años están desocupadas con una tasa 23,1 y sus pares varones en un 19,8% (INDEC, 2020c). Esto evidencia que el impacto no solo es mayor en las mujeres sino también por su edad.

Uno de los ejes más interesantes es mirar en dónde trabajamos. De cada 100 mujeres que trabajan, 24 lo hacen en los sectores de salud y educación, y 17 son trabajadoras de casas particulares (INDEC, 2020a). Esta información está desagregada en un dossier especial que preparó INDEC para el 8 de marzo del 2020.

¿Sabías que si hoy querés calcularlos vos y los buscás en las bases del Ministerio de Trabajo los datos no están desagregados por sexo? ¡Sí! No sólo trabajamos en áreas asociadas a lo históricamente femenino (enfermeras, maestras, trabajadoras domésticas, niñeras), sino que no podemos ver las tendencias históricas para comprender las diferencias y similitudes porque la información no es accesible (aunque es pública).

Otra cuestión clave a considerar: ¿les hijes impactan del mismo modo en las trayectorias de varones y mujeres? ¡Pues claro que no! Aquellas mujeres que viven en hogares con infancias menores de 6 años participan 30 puntos porcentuales menos en el mercado laboral que los varones (47% contra 77%). En cambio, las mujeres que viven en hogares sin infancias a cargo tienen una tasa de empleo del 54,9%, mientras los varones de 66,9%.

En esta misma línea, según el mismo dossier especial que preparó INDEC para el 8 de marzo del 2020 en base a los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del tercer trimestre de 2019, casi 8 de cada 10 mujeres realiza tareas domésticas y de cuidado en el hogar (INDEC, 2020a). ¿Sabías que es el doble que en el caso de los varones?

Más allá de esta información general, no se cuenta con datos actualizados sobre la temática. Los últimos de los que se dispone datan de un módulo especial implementado en la Encuesta Anual de Hogares (EAHU) ¡de 2013!, titulado Encuesta sobre Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo. A partir de aquella información, la DNEIG realizó un informe en donde advierte acerca de la brecha en la cantidad de horas dedicadas a estas actividades, según el género: las mujeres destinan 6,4 horas diarias, en promedio, mientras que los varones 3,4. Esta desigualdad impacta en las posibilidades de las mujeres de incorporarse al mercado laboral, al mismo tiempo que las empuja a insertarse en empleos más precarios debido a la incompatibilidad que supone la realización de ambas actividades.

¿Alguna vez te preguntaste cuánto ganamos las mujeres? ¿Existen brechas en relación al género?

En relación con los ingresos, la población de la muestra de EPH para el tercer trimestre del 2020 (INDEC, 2020c) exhibe un ingreso medio de los varones de $38.438, que para las mujeres desciende a $29.578.

¡Un 23% menos!

Si acercamos la lupa y miramos esta situación a través de un enfoque interseccional, se observa que los deciles de más bajos ingresos se encuentran eminentemente feminizados, mientras que aquellos de ingresos más altos presentan una preeminencia masculina. Tal es así que el 10% de menor ingreso está compuesto por un 63% de mujeres y un 37% de varones, mientras que en el 10% de mayor ingreso, la relación es exactamente inversa. El modo en el que mujeres y varones se distribuyen por decil de ingreso evidencia el fenómeno conocido como feminización de la pobreza, acuñado en Estados Unidos a finales de los setenta.

El reconocimiento de la relación entre pobreza y género implicó que la pobreza de los hogares que son encabezados por mujeres se constituya en una forma de medir no solo esta problemática para las mujeres, sino más aún para proveer evidencia y entender a la pobreza en términos generales (Chant, 2003). Esto significa que, además de ganar menos que los varones, existe una presión social hacia las mujeres como sostén de los hogares de menores ingresos: ellas son las responsables de la provisión de alimento así como de la reproducción de la vida, a través de las tareas domésticas y de cuidado (que realizan prácticamente en su totalidad).

En la Argentina, una muestra de la carga en la responsabilidad de hacer frente a la pobreza sobre las mujeres es el aumento de los créditos tomados con la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), que alcanzó 48,5% de quienes perciben la Asignación Universal por Hijo (totalizando 1.900.000 deudores) según la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género (DNEIG) en 2020.

Algo clave a tener en cuenta al momento de analizar brechas de género es considerar las tendencias de la economía en cuestión. La economía argentina se caracteriza por un alto porcentaje de empleo informal — 28,7%, si se toma la ausencia de descuentos jubilatorios, entendidos como aportes a la seguridad social (INDECb). En este sentido, las brechas de ingresos se acentúan con la informalidad: según la DNEIG (2020) con datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), para el tercer trimestre de 2019, la brecha total era 29,0%; entre las y los ocupados 26,1%; y entre las y los informales 35,6%. Incluso comparando individuos de la misma calificación o jerarquía estas brechas persisten: si se analiza por calificación, aquellas ocupaciones no calificadas son las más perjudicadas (brecha del 35,7%), mientras que si considera por jerarquía de trabajo se encuentran las mayores brechas de género entre cuentapropistas (29,4%).

Lo que sucede en el mercado laboral con las personas travestis y trans todavía permanece oculto a los ojos del Estado.

En 2012, y por única vez hasta el momento, se llevó adelante la Primera Encuesta sobre Población Trans: Travestis, Transexuales, Transgéneros y Hombres Trans (INADI e INDEC, 2012), sobre una muestra de 209 personas (DNEIG, 2020). Del relevamiento se desprende que el 80% de estas personas obtienen ingresos en el ejercicio del trabajo sexual y en trabajos informales de escasa estabilidad. Sin embargo, los datos disponibles resultan insuficientes para comprender los problemas en el acceso y permanencia en el mercado laboral de esta población en la Argentina y su impacto en la economía.

Sí, literalmente ¡es un misterio!

Como dijimos desde el comienzo, tanto la toma de medidas que permitan avanzar hacia una mayor autonomía económica de las mujeres y personas LGBTI+ como el éxito de las acciones que se implementen dependen del conocimiento que tengamos sobre el problema.

La escasez de datos sobre las múltiples desigualdades de género en el campo de la autonomía económica obstaculiza la toma de medidas orientadas a intervenir sobre este problema y limita el éxito de las mismas. Si bien podemos afirmar que la percepción de ingresos más bajos, el mayor porcentaje de desempleo, las principales dificultades para acceder al mercado de trabajo y la sobrecarga de tareas domésticas y de cuidado que recae sobre las mujeres y personas LGBTI+ son todos factores que limitan ampliamente su autonomía económica, desconocemos con precisión la profundidad y las características de esta interrelación y de su impacto negativo. Necesitamos información para poder diseñar estrategias adecuadas y utilizar herramientas apropiadas al problema sobre el que estamos interviniendo.

Por todas estas preguntas (y tantas otras) que aún no tienen respuesta, consideramos que la falta de datos con perspectiva de género es uno de los principales problemas de la actualidad. ¡Mirá todo lo que no sabemos! Necesitamos datos para transformar la realidad. Por eso decimos que sin igualdad de datos no hay igualdad de género.

¿Querés participar? ¡Sumate a nuestra campaña de datos faltantes!

El pasado 6 de marzo fue el día Internacional de los Datos Abiertos. Escribimos esta nota y anunciamos que en el mes de abril vamos a lanzar nuestra campaña de datos faltantes en América Latina. ¿Te querés sumar? Escribinos a datagenero@gmail.com.

  • Esta nota fue escrita por Mailén García y Carolina Glasserman Apicella. Revisada por Ivana Feldfeber, Yasmín Quiroga y Giselle Arena
  • Gráficos: Isabel Oeyen

Referencias bibliográficas

Chant, Sylvia (2003). Nuevas contribuciones al análisis de la pobreza: desafíos metodológicos y conceptuales para entender la pobreza desde una perspectiva de género (Serie Mujer y Desarrollo, N° 47). Santiago de Chile: Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Recuperado de: https://www.cepal.org/mujer/noticias/noticias/5/27905/UMD47.pdf

Crenshaw, Kimberle. (1991). Mapping the Margins: Intersectionality, Identity Politics, and Violence against Women of Color. Stanford Law Review, 43(6), 1241–1299. Recuperado de: https://www.jstor.org/stable/1229039?seq=1

Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía (2020). Las brechas de género en la Argentina. Estado de situación y desafíos. Recuperado de:
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/las_brechas_de_genero_en_la_argentina_0.pdf

Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (2020a). Dossier estadístico en conmemoración del 109° Día Internacional de la Mujer. Recuperado de: https://www.indec.gob.ar/ftp/cuadros/publicaciones/dosier_estadistico_8M.pdf

Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (2020b). Mercado de trabajo. Tasas e indicadores socioeconómicos (EPH) Tercer trimestre de 2020. Trabajo e ingresos, Vol. 4, n° 7. Recuperado de:
https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/mercado_trabajo_eph_3trim20E927D146A5.pdf

Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (2020c). Evolución de la distribución del ingreso (EPH). Tercer trimestre de 2020. Trabajo e Ingresos, Vol. 4, n° 8. Recuperado de:
https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ingresos_3trim20059C17EA4D.pdf

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